DIVINA CONFUSIÓN

Sinopsis:
Una vez que los dioses se han materializado en la ciudad de México, comienza la historia. Baco (dios del reventón y gerente del antro de baile "El Olimpo Dancing Club") llega en su Harley-Davidson al bar y se encuentra con Jano (dios de los principios e inventor de las puertas, encargado de la cadena del bar). Jano le informa a Baco que Eros (dios del amor carnal) está en la ciudad haciendo de las suyas con una pareja de mortales, y Hera (diosa del matrimonio y esposa de Zeus) está siguiéndole los pasos. Jano, gran entendedor de los caminos de los hombres augura que semejante encuentro no llevará a un final feliz, pero sí a una buena parranda. Enseguida, Baco presenta la orquesta que anima las noches del Olimpo: “Los Inmortales de Orfeo”, quienes dan inicio formal a la historia con una buena rumba.
Efectivamente, no muy lejos de ahí, dos pobres mortales, jóvenes hermosos de la alta sociedad mexicana, Pablo del Cueto (un solitario “junior”, hijo de un rico empresario) y Bibí (Belem María Blanco, una joven “fresa”, hija de un senador conservador y huérfana de madre), cenan en un restaurante de lujo, al tiempo que discuten acerca de su relación amorosa. Pablo presiona a Bibí para que hagan el amor, mientras que ella lo presiona a él para comprometerse en matrimonio. El incorregible Eros, desde un lugar cercano observa la discusión y, presto a "ayudar" a los amantes conflictuados, dispara una flecha, lo que desata la pasión de los jóvenes, que esa misma noche terminan haciendo el amor en casa de Pablo, lo cual, a su vez, lleva a Pablo a proponerle matrimonio a Bibí.
Poco después, los jóvenes organizan una comida para informar a sus padres sobre sus planes de matrimonio. Acuden a la cita los papás de Pablo, Melesio del Cueto (empresario millonario misógino), Julia (su esposa, ama de casa, sumisa y urgida de amor) y el padre de Bibí, Osiel Blanco (senador conservador). Ambas familias toman la noticia de la boda con moderada sorpresa y agrado. Para Melesio y Osiel, el matrimonio de sus hijos encaja dentro de los convencionalismos propios de su clase social, al tiempo que resulta ser una alianza muy oportuna entre sus respectivos intereses personales (el dinero, para Melesio, y el poder, para Osiel).
Para Julia, el asunto es más complejo: ver a su hijo comprometerse de una manera tan sorpresiva es un hecho que cimbra todo su mundo emocional interno, ya que siempre ha mantenido una relación edípica con él. Ante la falta de amor de Melesio —quién le ha dado una vida tan llena de lujos como de humillaciones— Julia ha vivido siempre a través de su hijo y piensa que al casarse éste, se quedará sola y otra mujer se lo llevará; por otra parte, desde un principio Julia identifica a Bibí como una buena chica que llena todas sus expectativas. Así que, a pesar de sus sentimientos ambivalentes, Julia acepta, al menos en lo externo, el futuro matrimonio de su hijo como algo positivo para él.
Entre tanto, en el plano divino, Hera ha estado hostigando a Zeus para que detenga las intervenciones de Eros en los asuntos de los mortales. Zeus, para evitar las constantes quejas de su mujer, reprime a Eros y le advierte que pagará caro si provoca algún desastre. Esto lleva a Eros a seguir a la pareja de Bibí y Pablo hasta el restaurante donde los muchachos se han reunido con sus padres. La idea de Eros es afianzar la relación de los novios para que se casen y todo ocurra de acuerdo a la voluntad de Hera y así evitar problemas. Así, Eros acecha nuevamente, dispuesto a lanzar la flecha definitiva para los enamorados, pero es entonces cuando la amargada diosa Hera lo interrumpe. Discuten, ella trata de arrebatarle el arco, y en el forcejeo, el proyectil de Eros se dispara accidentalmente, flechando a Bibí y a Julia. Este error marca el inicio del fatal triángulo amoroso entre Bibí, Pablo y su madre.
A pesar del flechazo, Pablo y Bibí empiezan a organizar los preparativos para su boda de manera normal, ya que hasta este punto, ninguno de los tres mortales reconoce aún el efecto provocado por la flecha de Eros. Julia pasa mucho tiempo con su nuera, ayudándola en la organización del evento, y así estrechan su relación, de modo que sutilmente va creciendo el afecto y fascinación entre ellas.
A lo largo de la trama, se conocerá la relación que se va desarrollando gradualmente entre los tres mortales atrapados en el triángulo amoroso y sus respectivos mentores divinos: Julia acude a Psiquis (deidad del psicoanálisis), su terapeuta de cabecera; Bibí acude a Baco como su amigo (Bibí trabaja en la empresa proveedora de bebidas del Olimpo Dancing Club y tiene un trato regular con Baco); por su parte, Afrodita (diosa de la belleza), a petición de su hijo Eros, toma bajo su protección a Pablo, con el fin de prepararlo para la inminente tragedia que se cierne sobre él y su familia. A través de las conversaciones de los mortales con sus dioses-protectores, Pablo, Julia y Bibí tratan de templar las flamas del amor, sólo para darse cuenta, más tarde (y muy tarde), de que el amor es un fuego inventado para brindar calor al corazón de los dioses, pero que suele calcinar la piel de los mortales.
Durante el desarrollo de la historia, a cada acción de los personajes mortales, corresponde otra de los divinos, que no son un mero recurso cómico, sino que funcionan dramáticamente como símbolos de las emociones humanas, tan frecuentes en las relaciones actuales (erotismo vs. matrimonio, por ejemplo). Si bien los modernos dioses conviven en el Olimpo Dancing Club como parranderos simpáticos, poéticos o pintorescos, también juegan un papel metafórico, que constantemente mueve la trama hacia adelante.
Tras algunos coqueteos y una sensual sesión de Yoga, Bibí y Julia terminan besándose en la boca, impulsivamente. En un principio, las dos mujeres se separan y dejan de verse por un tiempo, pues ambas se debaten entre el abrasante deseo erótico que las atrae, y los preceptos de la moral tradicional, que las separa. Pablo aún permanece ignorante de la relación entre su novia y su madre, aunque sí se da cuenta de que algo va mal por el alejamiento paulatino de Bibí, quien pone pretextos constantes para evitar el encuentro con él.
En su negación, Julia trata de explicar el beso con Bibí como “un impulso pasajero” y ésta, que busca desesperadamente afirmar su heterosexualidad y conservar su estatus social de “normalidad”, pretende reprimir sus sentimientos. Por ello, si bien de una manera errática, ambas mujeres prosiguen con los preparativos para la boda, de gran resonancia entre la “gente bien” de la ciudad de México, aunque ambas mujeres evitan en todo momento tocar el "tema" del beso, que pasa como algo inexistente.
Por su parte, Afrodita, quién se da cuenta del final trágico que prefigura el curso de los acontecimientos, ha ido preparando a Pablo para el golpe que supondrá enterarse, tarde o temprano, de una verdad devastadora. La diosa ha utilizado toda su ternura y belleza para seducirlo, con la finalidad, primero, de sanarlo, y segundo, de hacerlo más sensible para poder comprender mejor los impulsos eróticos a que están expuestos los seres humanos cuando son tocados por las flechas de Eros.
El juego de fuerzas entre lo humano y lo divino (o el juego entre las emociones, el erotismo y el deber ser) sigue incrementando la tensión a través de diversos incidentes, llevando a Julia al punto de no poder reprimir más sus sentimientos hacia Bibí. Esta, a su vez, tampoco puede sostener más el compromiso de matrimonio con Pablo, por lo que decide romper con él y así se lo comunica a Julia, quien en principio se rehúsa a aceptar dicha ruptura, pues se siente responsable de ella. En un fatal encuentro final, ambas mujeres se abren de capa y se confiesan su amor, pero sabe que no pueden aceptarlo y por ello "terminan" su relación antes de empezarla (ya que en realidad nunca pasó de la coquetería informal y de un beso espontáneo).
Para entonces, y ante la gravedad de los hechos, los dioses, en reunión solemne, le han pedido a Zeus que revierta el efecto de las flechas de Eros, pero el padre de los dioses se niega, argumentando que la aceptación de los hechos es una de las consecuencias de encarnarse y bajar a la Tierra (consecuencias que todos estuvieron dispuestos a asumir), además de que ni él, ni ninguno de los dioses del Olimpo, tienen el derecho de interferir con la libertad de los seres humanos de asumir su destino o luchar contra él.
Es por esto que, justamente durante el intenso beso de despedida que se dan Bibí y Julia en el departamento que sería para los recién casados, Pablo las descubre, lo que precipita el desenlace de la película y sale huyendo de la escena. Julia lo sigue, pero no lo encuentra. Desesperada, se dirige a su casa, para buscarlo allá, ignorando que Pablo se ha subido a la azotea del mismo edificio, dispuesto a suicidarse.
Pero antes de que Pablo pueda tirarse al vacío, Afrodita aparece frente a él y le hace ver que no puede realmente matarse "por amor", cuando no conoce a fondo la esencia misma de esa palabra: la compasión. Afrodita usa toda su dulzura, poder de convencimiento y la influencia que ha ido construyendo en Pablo para tratar de persuadirlo de tomar la salida fácil.
Al mismo tiempo que esto está sucediendo, Bibí le está revelando a su padre que su matrimonio con Pablo se cancelará, y Julia, ya en su casa, le ha contado la verdad a Melesio sobre su relación con Bibí. El esposo se enfurece y arremete contra Julia, insultándola y golpeándola.
Es en medio de la crisis matrimonial de Julia cuando Pablo aparece y se coloca entre su padre y su madre, defendiéndola a ella a pesar de lo que hizo. Melesio no puede comprender, no puede ni siquiera creer la actitud de Pablo, pero en cambio, para el espectador es claro en este punto que Pablo ha salido renovado de un trance que habría sido trágico de no haber sido por la intervención de Afrodita, metafóricamente, el héroe de esta historia ha escapado a la muerte y ha renacido con una conciencia nueva, superior, que es el elixir de la sabiduría, regalo de Afrodita.
Al final, desde luego, el matrimonio entre Pablo y Bibí se cancela y Julia se divorcia de Melesio. Melesio y Osiel son flechados, a su vez, por el travieso Eros, y su historia "termina" con ambos potentados a punto de dar rienda suelta a una pasión que los ha tomado a ambos por sorpresa. De esta manera, si bien los personajes humanos de esta historia han sobrevivido en lo físico, la tragedia es evidente, ya que han muerto en el plano social y han arrastrado con ellos a sus respectivas familias.
Mas, en el polo opuesto, los dioses han cumplido su expectativa de vivir en carne propia la experiencia humana y con ello, han visto a los mortales aprender de su dolorosa experiencia una valiosa lección de compasión que los ha transformado. Bajo esta óptica, el devenir humano es al final un lujo digno de celebrarse.
ELENCO:
"Los Dioses"
Jesús Ochoa (Zeus)
Lisa Owen (Hera)
Luis Roberto Guzmán (Baco)
Blanca Soto (Afrodita)
Diego Amozurrutia (Eros)
Susana Lozano (Psiquis)
David Ramos (Eolo)
Adal Ramones (Momo)
Kalimba (Orfeo)
“Los Mortales”
Diana Bracho (Julia)
Pedro Armendáriz Alan Estrada (Pablo)
Ana Brenda Contreras (Bibí)
Soraya (Ariadna Muro)
Mariana Pérez (Julia)
Angélica Coleman (Lupita)
Alejandro Camacho (Osiel)
No hay comentarios:
Publicar un comentario